El artista tiende a perseguir un impulso principal por encima incluso de la consecución de la obra: el impulso que le lleva a construir antes que nada un estilo, su estilo: esto es, una visión personal, particular, única del mundo que le rodea, visión que después intentará expresar en formas comunicables y generadoras de sentido.

Albert Lerycke prosigue en esta nueva exposición con la ambición –una ambición que podríamos calificar de "nostálgica" – de dialogar artísticamente consigo mismo para figurarse esa visión comunicable y sin embargo intransferible; en su caso, la visión de un mundo subacuático en proceso de desaparición, que intenta presentar en formas nuevas y sorprendentes para captar la atención y seducir a un espectador, el espectador contemporáneo, cada vez más saturado de toda clase de imágenes y mensajes .

Empleando diversas técnicas como metáfora de un universo difícil de asir, fragmentado y en descomposición, Lerycke pone ante nuestros ojos imágenes fotográficas de anémonas y medusas multiplicadas geométricamente, o pesados esqueletos de peces que reciclan los desechos de nuestra civilización otorgando perdurabilidad al recuerdo de lo que nunca volverá a ser, incluso vídeo-instalaciones que obligan al espectador a contruir activamente el sentido de lo que percibe, de lo que percibe en ese momento y ha dejado ya de existir para siempre.

Y es que sin embargo el kalós del título de esta exposición, la belleza a la que hace referencia Lerycke debe ser siempre perseguida, alucinada bajo el prisma de la nostalgia antes mencionada: romper el mundo en fragmentos y reordenarlos de una manera única y memorable, asegurar la pervivencia de seres vivos y paisajes frágiles en materiales indelebles y muertos, actualizar a través de la creación –y de la recepción– de la obra una experiencia que se sabe perdida para siempre… En su labor, Lerycke se empeña en atrapar un mundo, el nuestro, el suyo, que se fuga al pasado en el mismo intento de agarrarlo, lo que lleva también implícita una reflexión de contenido ecológico sobre los posibles futuros.

Así pues, lo que fue y lo que será contenidos en la obra observada. Obra que, esta sí –y de manera rotunda–, artística y actualmente ES.